viernes, 12 de noviembre de 2010

´"EMIGRACIÓN"

"EMIGRACIÓN"
Cuando llegó la carta de mi hermano Antonio, reclamándome para emigrar a Cuba, mi corazón palpitaba a mil por hora. Corría el año mil novecientos cincuenta. Todo era pobreza, miseria, en casa estábamos sin recursos. Tenía el pelo lleno de parásitos, mi madre me lo frotaba con gasoil, no teníamos otro recurso.
¡Qué pestazo! lo lavaba pero no se quitaba el maldito olor; así que leía mi carta y las palabras de cariño donde en un breve párrafo mi hermano me daba cobijo, me resultaban alentadoras.
Con el permiso de mis padres prepare el baúl. Estaba ilusionada. Cómo sería Cuba, me echaría novio.... nunca había tenido, era muy joven, dieciocho años. En el corral de la casa de mis padres, me despedí sollozando, mi madre me regaló una medalla para que rezara allí. Donde también se practicaba el catolicismo y una lindísima toquilla, me refugiaría del frió en mi viaje en barco.
Seria una emigrante ausentada de mis padres, tenía miedo, Llegó el día del viaje....
El paraje iba cambiando, distinto al de Valladolid, me traslade en tren hasta el sur... llegue al mar, donde un enorme barco me estaba esperando. ¡Era grande! jamás había subido a uno y me emocioné. Con la tarjeta de embarque en la mano un señor con voz tirana.
Decía: ¡pasajeros al barco! entre abrazos, escríbeme y no me olvides, nos íbamos empujando hasta que nos acomodamos.
Me sentí triste y con melancolía, tenía ganas de llorar, creo que hasta de tirarme al mar. A mi nadie me había dicho esas cosas tan bonitas, estaba sola.
Después de una semana en barco comencé a establecer conversación con los pasajeros, por la noche montábamos jarana, siempre estaba el simpático de turno con el cante andaluz, la comida era malísima, pero sin darle importancia .Lo único que buscaba eran ojos de muchachos gallardos de algunos de los que merodeaban por allí.
En cubierta, con la humedad en la cara se me estropeo el cutis, no llevaba nada para pretejerle. Agarrada a la barandilla veía pasar los días, el viaje seguía, mientras yo perdía peso.
Cada vez que me asomaba al estribor para ver las noches tristes frías y monótonas, el mar me mareaba y vomitaba todo lo que tenia en mi estomago.
América no se divisaba, me cobijaba con la toquilla que mi madre me había regalado, era de color negro con un inmenso alfiler plateado, la verdad es que me hacia más mayor, más mujer.
En el camarote soñaba con mi nueva vida y sobre todo ganar pesos muchos pesos para mandar a mi casa y sacarles de la pobreza. Creo que era el sueño de una niña rica. Una brujita jugando a ser princesa.
Quedaba poco para llegar al archipiélago .El Caribe me esperaba, estaba muy emocionada .Después de tantos días, me sentía encariñada con los compañeros de travesía, lo estaba pasando bien.
Por fin llegamos a Cuba, mi hermano y su mujer me estaban esperando. Con un efusivo abrazo me dijeron lo guapa que estaba a lo que sonreí airosa. En el trayecto hacia la casa todo era como lo había imaginado, muchos mulatos que me miraban abismados y un paisaje muy novedoso para mi, donde los hombres vestían de color blanco y las mujeres vestidos muy floreados que a mi me parecían preciosos y estaba deseando lucir.
Tenía un trabajo como sirvienta en una casa. En Cuba se vivía bien. Yo no sabía hacer nada pero estaba dispuesta a todo, aprender sería mi meta. En la casa, la señora me ordeno vestir un uniforme muy raro, que yo no había visto nunca pero que parecía decente o por lo menos el señor, su marido no se fijaría en mí.
Me mando cocinar aquellos platos tan extraños como el cerdo a la vara, arroz con legumbre, caldo de fréjoles y mucho maíz.
Pronto aprendí a cocinar y hasta me gustaba. La señora estaba contenta y me decía que era muy limpia, me sentía alagada.
Cuando salía de paseo los muchachos me piropeaban, eran más ardientes que los españoles. Mi hermano me presento muchachas de mi edad para ir de de rumba como se decía en mi tierra.
Los bailes distintos a los de mi tierra no sonaba las letras de Valladolid como el "paso doble" ni la "rumba catalana", todo era "cha, cha cha" y mucho "mambo" muy divertido y sexual. Se tomaba bastante alcohol, ron y el exquisito mojito que tan sabroso estaba, como decíamos todos terminábamos de juma: borrachera.
Cambie la manera de vestir por un atuendo mas atrevido con tonos mas floreados, me recogía el pelo con flores, parecía más mujer y tenia ganas de ser valorada .cuando cobre el primer salario no se la cantidad por aquel entonces era analfabeta y no me avergüenzo el contarlo . Corrí y se lo entregue a mi hermano que muy satisfecho me dio una palmada en el hombro y con una sonrisa parsimoniosa me Dijo: No pierdas la honradez nena. A mí esas palabras me entristecieron me recordaban a las de mi madre.
No me entregaría a nadie y menos en tierra extraña. Estaba emigrando para ganar dinero, para ayudar a mis padres.
Con el dinero mandamos un fardo donde enviábamos ropa y alhajas en casa todas valían. Mamá estaría encantada...
Cuando pase por la Calle en el túnel el la línea de la Habana me emocioné había visto artículos en los periódicos.
A los pocos días conocí un mulato una de las razas que provienen de allí. Se llamaba Leonel era altote y siempre vestía con ropas de algodón, bien lindas, le miraba desde abajo con sus interminables piensas me gustaba como hablada cosas como ven tata. A mí los españoles se me quedaban estrujados, sin jugo desaboridos.
Después , de la jarana llegaba a casa acalorada por la exaltación de lo vivido, demasiadas emociones. Desde una esquina me miraba otro galán; con los días se convirtió en un amor furtivo, miradas y sonrisas que nos unía nadas más.
Trabajaba en lo que la señora me ordenaba y Cuba para mi era la evolución del mundo, lo que nunca había visto, pero si que había soñado .Paseaba por las calles llenas de palmeras, siempre hacia calor, los edificios muy grandes y vistosos distintos a los de Valladolid.
Todo me gustaba. Leonel en las jaranas, no paraba de mirarme me decía" que rutina tienes hoy", no le entendía muy bien hasta que aprendí el significado y comprendí su galantería. Me brindaba con refrigerados de la isla .Los que me hacían subir el calor.
Por fin , una noche tímidamente entre besos y caricias, me entregue a Leonel. Todo fue como de arte muy apasionado creí enloquecer. Si mi madre supiera que me había dejado con un negro me mataría.
Con el tiempo rompí con el y descubrí otros amores regrese a España acaudalada, toda una mujer .En Cuba descubrí el amor, el placer y como me arroparón con cariño.

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