domingo, 14 de noviembre de 2010

HAMMADI MI SEGUNDO CORAZÓN


HAMMADI " MI SEGUNDO CORAZÓN"

Después de ver un anuncio en la prensa donde decían:" Un grupo de niños saharauis vendrán a nuestra ciudad en plan de acogida esperando tierra fértil ".
¡Se nos encogió el corazón!
¿Cómo será acoger a un niño?, ¿Estaríamos preparados para ser padres nuevamente? Nuestro hijo tenía por entonces nueve años. Sería para él como un hermano, alguien importante en la familia.
Comenzamos a iniciar los preparativos. Las condiciones eran: Nunca suplantar a los padres biológicos. Nosotros seriamos solamente, los padres de acogida.
¡Nos conmovimos! Eran niños con otra cultura, su familia había sido excluida de Marruecos hacia el Sahara Argelino en El Aaiún. La ciudad más importante del Sahara occidental, hace más de veinticinco años. Viven como pueden en jaimas y algunos en tiendas de campaña.
Sería un verano muy distinto para él, sin el asfixiante calor. Donde en el Sahara se alcanzan temperaturas de hasta cincuenta grados.
¡Por fin, llegó el anhelado día! En el aeropuerto todo era jaleo, ruido, murmullos y miradas de dolor y emoción. Hammadi se presentó ante nosotros como un ángel de Dios. Cuando le vislumbré entre tanto niño, observé tanta miseria, que me eché las manos a la cabeza y exclame: ¡Qué hermoso niño! Nos abrazamos a
él él y comenzamos a llorar.
Él nos miro,....quedándose algo asombrado quizás por las muestras de afecto hacia él. En ese momento pensé: ¡Dios mío perdóname, pero hoy me siento de Alá!
Era todo maravilloso y fantástico, pues tenía la misma edad que mi hijo.
El atavío que traía era sucio y descuidado. Suponía que las condiciones en donde vive no son muy favorables, viviendo en un desierto, en tierra de nadie. ¡UN AUTENTICO INFIERNO!
En el hogar después de una suculenta comida, le sumergí en la bañera, jugueteó, con el agua hasta que La piel se le encharcó y con un buen corte de pelo Hammadi parecía otro.
Nos obsequió con regalitos: té, dátiles abalorios, una preciosa melhfa y el shador. Cuando me vestí de saharaui. Me sentí como una princesa, protegida y de su tierra.
Aunque le pedía al corazón que me durmiera, el sueño no me tentaba. Salí de mi habitación y velé el sueño de Hammadi que descansaba feliz junto a mi hijo. Eran noches muy felices. Otro corazón en mí.
Por la noche en la camita se acurrucó en posición fetal como que estaba en la colchoneta, y con los suyos al lado. Era el mes de Julio, la noche era espléndida. Mil estrellas en el cielo duermen con la boca abierta esperando que las cojan, esperando que las quieran. Yo tendré, dos horizontes y partiré entre dos tierras, daré todo lo que tengo y lo repartiré entre ellas. Todo será distinto. Por que parto de dos tierras, El Sahara me llama y le respondo en promesas.

En rumbo hacia otro país. Donde el desierto es terriblemente abrasador, infernal. Y los pozos de agua escasean y el alimento más.
Quería desaparecer por completo con Hammadi. Estar con él sudando y respirando fuerte a su lado, abrazándole en el desierto. Ese desierto rudo, inhóspito, en el que la vida lucha con todo lo que tiene, por pasar un día más. Ese desierto que tantos han tentado y tan pocos han vencido.
Comencé a soñar, era una humilde súbdita. Las botellas con el agua que llevaba se acabaron en unos minutos y el optimismo de encontrar un pozo o alguna estación de servicio se iba desvaneciendo poco a poco. Afortunadamente encontré una casa escondida en la arena y como pude les pedí algo de agua. Luego después muchas horas, que se me hicieron un verdadero suplicio, llegué a Hammadi y me llevo a su Jaima. Allí estaba su madre......esperándome con un té helado.
Desperté, asustada y pensativa.
¡Ah, la ingenuidad!... ¿cómo iba a estar el té helado en el desierto?.
Mi cabeza pensaba...es difícil...
¡Pobres niños!, solamente sobreviven con la ayuda internacional, que las almas les envían. Su lenguaje nativo es el árabe, aunque el castellano pronto domino. Yo tendré, dos horizontes y partiré entre dos tierras, daré todo lo que tengo y lo repartiré entre ellas.
Pronto se amoldó a mi tierra, mi hogar era suyo, lo regale todo, por una sonrisa que nada me cuesta. Sus ojos me miran y yo me reflejaba en ellos. Solo esperaba una respuesta.
Estaba maravillado, agua a chorros, la luz eléctrica, los pájaros, las flores, los árboles. Todo verde, ¡España era vida!
Sentía que tenía dos soles, uno se gestó en mi vientre y el otro entro en mi interior como un rayo de colores. Cuando nos sentábamos a comer, Hammadi decía: la cabri la cabri ( cabra) era su manjar exquisito .La carne tipica de su país .
Los días transcurrían muy deprisa y el que mejor se lo pasaba erami hijo. Con los ojos como platos mirábamos a Hammadi como aprendía a nadar, a montar en bicicleta, navegaba en Internet y un largo etc.
Como montaba en la bici que le regaló, su orgulloso papá. Porque he de reconocer que el papá hizo un labor tan importante como la mía.
Nos contaba anécdotas de su país.
Nos explicó lo mal que lo pasaba con la llegada de los vientos arílicos (tormentas de arena). Huracanada que se les metía por todos los rincones, el cielo se ponía muy oscuro . Y empieza el viento a soplar fuerte. La arena empieza a golpear durísimo y todo se cubre por completo de polvo nos decía: ver es imposible, a veces nos ponemos gafas de sol. Sólo se escucha el aliento demi padre.
Pensé, un desastre con lo bien que vivimos en España...y así supe se su familia . Su Padre se llamaba Hafd. Un hombre alto, con clase y que parecía tener mucha personalidad. Se había casado de segundas nupcias.
Por que la madre de Hammadi había fallecido en el alumbramiento. Según contaba el niño, era una gran mujer. Y Hammadi tenía una segunda madre a la cual el mucho quería.
Le gustaba caminar descalzo y no se acostumbraba a los zapatos. Se quejaba de que tenía frío, no era de extrañar dada la diferencia de temperatura con su tierra.
Las mujeres del Sahara comienzan el día orando y así posteriormente, amasan el pan y preparan el té. Eran distintas a mí. Pero Hammadi me respetaba.
Llego el terrible día de la despedida y preparamos el equipaje.
En el Sahara todo tiene utilidad: medicamentos, comida, ropa. Le cosimos un dinero a la ropa que llevaba puesta. Todo entre abrazos y sollozos.
Todos estaban en fila. Hammadi quería ya partir. Sus padres le esperaban. ¡Abrázame fuertemente como la tierra y el sol! Estaremos siempre juntos dentro de mi corazón.
y comenzamos a llorar.
Él nos miro,....quedándose algo asombrado quizás por las muestras de afecto hacia él. En ese momento pensé: ¡Dios mío perdóname, pero hoy me siento de Alá!
Era todo maravilloso y fantástico, pues tenía la misma edad que mi hijo.
El atavío que traía era sucio y descuidado. Suponía que las condiciones en donde vive no son muy favorables, viviendo en un desierto, en tierra de nadie. ¡UN AUTENTICO INFIERNO!
En el hogar después de una suculenta comida, le sumergí en la bañera, jugueteó, con el agua hasta que La piel se le encharcó y con un buen corte de pelo Hammadi parecía otro.
Nos obsequió con regalitos: té, dátiles abalorios, una preciosa melhfa y el shador. Cuando me vestí de saharaui. Me sentí como una princesa, protegida y de su tierra.
Aunque le pedía al corazón que me durmiera, el sueño no me tentaba. Salí de mi habitación y velé el sueño de Hammadi que descansaba feliz junto a mi hijo. Eran noches muy felices. Otro corazón en mí.
Por la noche en la camita se acurrucó en posición fetal como que estaba en la colchoneta, y con los suyos al lado. Era el mes de Julio, la noche era espléndida. Mil estrellas en el cielo duermen con la boca abierta esperando que las cojan, esperando que las quieran. Yo tendré, dos horizontes y partiré entre dos tierras, daré todo lo que tengo y lo repartiré entre ellas. Todo será distinto. Por que parto de dos tierras, El Sahara me llama y le respondo en promesas.

En rumbo hacia otro país. Donde el desierto es terriblemente abrasador, infernal. Y los pozos de agua escasean y el alimento más.
Quería desaparecer por completo con Hammadi. Estar con él sudando y respirando fuerte a su lado, abrazándole en el desierto. Ese desierto rudo, inhóspito, en el que la vida lucha con todo lo que tiene, por pasar un día más. Ese desierto que tantos han tentado y tan pocos han vencido.
Comencé a soñar, era una humilde súbdita. Las botellas con el agua que llevaba se acabaron en unos minutos y el optimismo de encontrar un pozo o alguna estación de servicio se iba desvaneciendo poco a poco. Afortunadamente encontré una casa escondida en la arena y como pude les pedí algo de agua. Luego después muchas horas, que se me hicieron un verdadero suplicio, llegué a Hammadi y me llevo a su Jaima. Allí estaba su madre......esperándome con un té helado.
Desperté, asustada y pensativa.
¡Ah, la ingenuidad!... ¿cómo iba a estar el té helado en el desierto?.
Mi cabeza pensaba...es difícil...
¡Pobres niños!, solamente sobreviven con la ayuda internacional, que las almas les envían. Su lenguaje nativo es el árabe, aunque el castellano pronto domino. Yo tendré, dos horizontes y partiré entre dos tierras, daré todo lo que tengo y lo repartiré entre ellas.
Pronto se amoldó a mi tierra, mi hogar era suyo, lo regale todo, por una sonrisa que nada me cuesta. Sus ojos me miran y yo me reflejaba en ellos. Solo esperaba una respuesta.
Estaba maravillado, agua a chorros, la luz eléctrica, los pájaros, las flores, los árboles. Todo verde, ¡España era vida!
Sentía que tenía dos soles, uno se gestó en mi vientre y el otro entro en mi interior como un rayo de colores. Cuando nos sentábamos a comer, Hammadi decía: la cabri la cabri ( cabra) era su manjar exquisito .La carne típica de su país .
Los días transcurrían muy deprisa y el que mejor se lo pasaba erami hijo. Con los ojos como platos mirábamos a Hammadi como aprendía a nadar, a montar en bicicleta, navegaba en Internet y un largo etc.
Como montaba en la bici que le regaló, su orgulloso papá. Porque he de reconocer que el papá hizo un labor tan importante como la mía.
Nos contaba anécdotas de su país.
Nos explicó lo mal que lo pasaba con la llegada de los vientos arílicos (tormentas de arena). Huracanada que se les metía por todos los rincones, el cielo se ponía muy oscuro . Y empieza el viento a soplar fuerte. La arena empieza a golpear durísimo y todo se cubre por completo de polvo nos decía: ver es imposible, a veces nos ponemos gafas de sol. Sólo se escucha el aliento de mi padre.
Pensé, un desastre con lo bien que vivimos en España...y así supe se su familia. Su Padre se llamaba Hafd. Un hombre alto, con clase y que parecía tener mucha personalidad. Se había casado de segundas nupcias.
Por que la madre de Hammadi había fallecido en el alumbramiento. Según contaba el niño, era una gran mujer. Y Hammadi tenía una segunda madre a la cual el mucho quería.
Le gustaba caminar descalzo y no se acostumbraba a los zapatos. Se quejaba de que tenía frío, no era de extrañar dada la diferencia de temperatura con su tierra.
Las mujeres del Sahara comienzan el día orando y así posteriormente, amasan el pan y preparan el té. Eran distintas a mí. Pero Hammadi me respetaba.
Llego el terrible día de la despedida y preparamos el equipaje.
En el Sahara todo tiene utilidad: medicamentos, comida, ropa. Le cosimos un dinero a la ropa que llevaba puesta. Todo entre abrazos y sollozos.
Todos estaban en fila. Hammadi quería ya partir. Sus padres le esperaban. ¡Abrázame fuertemente como la tierra y el sol! Estaremos siempre juntos dentro de mi corazón.














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